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Queso de Burgos Fresco
El queso de Burgos fresco "Las Nieves", es un producto natural realizado con leche pasteurizada de vaca y oveja, la cual conserva íntegras todas sus cualidades y propiedades nuritivas, pero sin gérmenes.
Su versatilidad en la cocina, capacidad nutritiva y lo poco que engorda son las tres cualidades por las que destaca sobre los demás este delicioso queso. El queso de Burgos es uno de los quesos frescos más apreciados gracias a su exquisito contenido en leche de oveja. Ideal para dietas y postres, el queso fresco es uno de los reyes de la buena mesa.
Entre sus ventajas está la buena aceptación que tiene entre los niños, aportándole cantidades esenciales de calcio. Para los mayores también es fundamental, ya que ofrece grandes propiedades nutritivas, y además con poca grasa y escasas calorías.
Formatos de venta
El queso de Burgos, se vende en tarrinas de 360 gr., 800 gr. y 2 kg.
Valor nutritivo del queso de Burgos fresco
Una de las mayores ventajas del queso de Burgos fresco es su gran cantidad de nutrientes y las escasas calorías que suministra. Apenas 100 calorías por 100 gramos de queso, además de 6,8 gramos de proteínas, 7,1 de lípidos y moderadas cantidades de hidratos de carbono (5,7 gramos). Su cantidad de calcio también es considerable, 210 mg. de calcio por 100 gr. de queso, pero, sin duda, las mayores cantidades de mineral las tiene en forma de sodio: nada menos que 1200 mg. de sodio por 100 gramos. Este mineral es fundamental para los mecanismos de transporte y de excitabilidad muscular y nerviosa.
Tomar el queso de Burgos fresco sin sal evitará los problemas que pueda traer tanto sodio a aquellas personas que sean hipertensas. Además de calcio y sodio, el queso fresco tiene importante cantidades magnesio, fósforo, y vitaminas A, B y D, con sus consiguientes beneficios para nuestro organismo.
Conservación y consumo del queso de Burgos fresco
Este queso siempre tiene que estar refrigerado, por lo tanto, se colocará en la parte alta del frigorífico. Requiere una temperatura de 4º C. A pesar de ello, este producto se conserva en buen estado durante poco tiempo, así que hay que consumirlo rápidamente. Su alto contenido en agua le hace presa fácil de hongos y bacterias.
A la hora de degustarlo, el queso de Burgos fresco se puede comer solo o acompañado. Como postre, o entrante, siendo una excelente solución para picar entre horas y no caer en productos excesivamente energéticos, como aperitivos salados o bollería. Se puede comer con dulce de membrillo, miel, fruta, cereales o frutos secos, pero también puede formar parte de platos más elaborados, sobre todo ensaladas. También se recurre al queso fresco para elaborar postres exquisitos, como tartas de queso. Para acompañar un queso fresco lo mejor es tomarlo con un vino blanco de Rueda o el Penedés. Los quesos de Burgos resultan exquisitos con caldos rosados o blancos.
No hay nada como un pedazo de este queso de Burgos acompañado con algo de pan y un aromático vaso de vino.